MALDIVES PHOTO DIARY

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El pasado 20 de diciembre cogía un avión con mi marido para disfrutar de unas navidades únicas en Las Maldivas. Relax, descanso y tiempo para nosotros. Hacía meses que necesitaba poder leer un libro entero, disfrutar de una copa de vino frente al mar (o de unos cocos) y relajarme sin tener nada que hacer. Nada que hacer. Eso es lo que siempre deseo y nunca pasa. Tal vez porque soy una persona hiperactiva a la que no le gusta parar quieta ni medio segundo. Porque hasta en Nika Island, la isla Resort en la que nos alojamos, siempre se me ocurrían planes para hacer. Sin duda, me quedaba ahí a vivir para siempre. Estando en el Paraíso, siempre al marchar, vas a tener la sensación de que se ha quedado corto y necesitas mínimo una semana más. Mínimo. Cuando aterrizamos en el aeropuerto de Male, nos esperaba un hidroavión para llevarnos a nuestra isla. Una llegada espectacular en la que podías disfrutar de unas vistas de escándalo desde el aire hasta el muelle de Nika.

Uno de mis sueños era vivir durante unos días en una cabañita sobre el mar con aguas cristalinas con el amor de mi vida. Wow. Pues sueño cumplido. Uno más de los de mi lista de sueños cumplidos de 2014. Se llaman “Water Villas“. Las villas de agua sobre el borde del arrecife. La singularidad de estas Water Villas está en los tres niveles de división: la primera y la más baja apenas besa el mar, la segunda es una cubierta con amplia terraza y tumbonas y la tercera es la que está en el techo, perfecta para conseguir un all-over bronceado. También están las habitaciones con playas privadas en cada villa, pero yo tenía en mente desde hacía mucho tiempo “vivir” en una de esas cabañitas idílicas que había vista en fotos de revistas. Y así fue.

Disfrutamos de puestas de sol únicas en barco mientras pescábamos, buceo con corales y peces de mil colores, hogueras y sangriadas en la playa, catamarán, masajes súper relajantes en el Lotus Spa, cines de verano, bailes típicos de procedencia africana con Bodu Beru e incluso una divertida carrera de cangrejos. Conocimos a Matteo, el dueño de la isla. Fue un placer coincidir con él estas Navidades en Nika y tanto él como todo el personal del Resort nos hicieron sentir como en casa. Matteo y su familia son italianos y por eso puedes encontrar muchas reminiscencias italianas en la deliciosa comida de su buffet. Aun se me hace la boca agua cuando recuerdo nuestras comidas ahí. Con la arena rozándonos los pies. En la isla los zapatos no existían. Siempre íbamos descalzos. Todos íbamos descalzos y las sandalias y zapatos se quedaron en la maleta desde el día en que llegamos. Hoy os dejo una selección de fotos para inaugurar el nuevo año con mi última gran experiencia de 2014. Podría poner mil más, porque imaginar la cantidad de instantáneas que puedo tener en mi cámara… Pero, ¡esto es para ir abriendo boca! Os deseo un feliz 2015 y que todos vuestros sueños se cumplan. xx

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En las fotos llevo vestido de encaje blanco de Revolve Clothing, camisola mexicana de Follow the folk (un living market que promueve el comercio justo en todo el mundo), vestidazo rosa de seda diseñado por Diego Estrada para mi cena de Navidad en el Paraiso y sombrero fedora de Lack of Color.

 All photos were taken from my Olympus PEN & iPhone

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