LA BODA DE MI AMIGA ANA

Si nos llegan a decir hace catorce años que hoy estaría escribiendo este post no nos lo hubiésemos creído, ¿verdad Ana?. Cuando nos conocimos una noche en Green y me odiaste por pegarme por un taxi para llegar a tiempo a Elite. ¿Dónde quedaron esas noches? Cuando nos llamaban clones porque siempre éramos las más pequeñas del grupo. Cuando me quedaba ‘destrangis’ a dormir en tu casa y comíamos magdalenas en la cama casi viendo amanecer o cuando teníamos ralladas amorosas con historias de brake dance de por medio…

Entonces, un día me llamaste para decirme que habías conocido a un chico que te volvía loca en la oficina. Esta vez era diferente. Te había calado fuerte. Y vuestra historia fue épica desde el primer momento. “Los inicios fueron… ¡de lo más divertido! esquivando, día sí y día también, a gente de la oficina en absolutamente todos los planes que hacíamos fuera.” Y entonces Rodrigo nos conquistó a todas también. Bueno, Rodrigo y Moriarty, un Jack Russell que desde hace tres años es el mejor amigo de Rodrigo. Y tengo que deciros que Ana no era muy amante de los perretes hasta que conoció a este encantador canino que ahora es como su hijo (lo que no consiga el amor, no lo consigue nadie).

Por eso hoy, comparto con muchísima ilusión esta boda, porque hemos vivido tantas cosas juntas que vernos a las dos casadas me hace echar la vista atrás y recordar todo el camino que hemos recorrido hasta aquí. Y porque se que esta boda os va a inspirar un montón a las que vayáis a dar el paso próximamente.

Se casaron el pasado 24 de Septiembre en la Iglesia de la Universidad de ICADE, les hacía especial ilusión porque los dos estudiaron ahí. Y lo celebraron en El Chaparral. Me encanta esta finca porque no está muy alejada del centro de Madrid y tienen unos jardines preciosos. La decoración de la iglesia corrió a cargo de Barbarea Flores, que a pesar de las restricciones decorativas con las que contaba, consiguió sacar el máximo partido del lugar con una decoración formada por 6 centros de hortensias muy grandes colocados en distintos sitios del altar, elevados sobre pedestales, jugando así con las alturas, y una guirnalda alargada de hortensias colocada en la escalera de entrada a la iglesia.

Por otro lado, la decoración de El Chaparral la realizaron los floristas de cabecera de la finca; eAquilea y estaba todo precioso. Los meseros estaban tematizados con diferentes modelos de aviones, una pasión de Rodrigo. Además, el día de la boda hizo un tiempazo increíble y al ser de mañana el colorido de los tocados y las pamelas dio mucha vida al ambiente. El catering fue a cargo de Ciboulette y durante el cóctel pusieron mini bañeras cargadas de botellines de Estrella de Galicia, un clásico en nuestras quedadas.

En cuanto al vestido de novia, lo diseñaron Macarena y Javier de From Lista With Love. “La opción elegida fue un traje de una pieza de corte clásico con volumen, formado por un cuerpo en crêpe mate y falda en brocado de algodón blanco con tul superpuesto. Visto el resultado final, sin duda alguna, han sido la mejor elección.” Anita estaba radiante y lo más importante, no podía ser más ella. Para mi, fundamental en una novia.

Las joyas que eligió para el gran día fueron el anillo de pedida que le regaló Rodrigo el pasado 2 de julio en su pedida de mano, y unos pendientes de oro blanco y diamantes regalo de su madre por la boda, ambas piezas de Aguayo.

La elección del peinado y maquillaje la hizo siguiendo una de mis recomendaciones. Fue a cargo de Mónica Roldán. Mi amiga Sandra de Calista One, me la presentó hace años y me gustó mucho su trabajo. Sabía que Ana y ella encajarían a la perfección y además Mónica es todo un referente en el mundo del maquillaje y la peluquería. “Fui a conocerla y, sin duda, me conquistó. De hecho, desde mediados del año pasado comencé a ir al salón, y para mí ya no hay otra.” Llevó un recogido con volumen y efecto de ondas naturales que realzaban su color de pelo castaño con tonos “de sol” después del verano. En cuanto al maquillaje, la dejó radiante pero con un efecto de lo más natural.

Anita quería unos zapatos especiales de verdad, fuera de lo común y que pudiese llevar con unos jeans tras la boda. Eran unas sandalias amarillas neón con taconazo de Jimmy Choo y fueron el regalo de sus mejores amigas, iniciando así una tradición para las siguientes bodas. ¡Cero supersticiones y pisando fuerte!

El ramo de novia fue una creación de su amiga Leti de Barbarea Flores, que captó su idea a la primera, diseñando un ramo en tonos amarillos y blancos, con rosas ramificadas, bouvardia, craspedia y eucalipto, en total consonancia con el color de sus zapatos y los de los pajes y las damitas. Estaban ideales. Ana se encargó de organizar sus looks; ellos iban vestidos de Neck&Neck y las niñas con unos vestiditos blancos que diseñó una modista amiga de su prima. Además, llevaron diademas de flores de Marguis Atelier, la misma que hizo el tocado de su madre. Todas sus amigas, testigos, llevamos un brazalete de flores en los mismos tonos.

En cuanto a el novio, Rodrigo iba impecable con su chaqué hecho a medida en la sastrería SUITZ (Lagasca, 101). Es uno de los socios de la marca y desde que nos la descubrió se ha convertido en la dirección clave de todos los maridos y novios del grupo. Eligió una combinación clásica de levita negra con los cantos forrados en raso y un pantalón mil rayas en tonos grises. El chaleco azul oscuro, ribeteado en blanco, combinaba a la perfección con la camisa azul cielo y la corbata en marino con motivos de estrellas blancas. En la elección de sus zapatos, eligió otro clásico: el modelo Connaught de Crockett & Jones. Se vistió en casa de sus padres acompañado de su padre, sus hermanos, su sobrino y Mori, que le ayudaron a ponerse de punta en blanco. Además, Ana le envió un desayuno muy especial a casa horas antes de encontrarse en el altar.

La madrina y la madre de la novia estaban súper elegantes ambas de Miriam Gálvez. El de la primera, un vestido largo de ceremonia en tonos azules que lo completó con las tradicionales peineta y mantilla negra. El de la madre de la novia era un vestido midi en tonos rosas y verdes empolvados, acompañado de un tocado en los mismos tonos.

Para ir de la iglesia a la finca donde se celebró la boda, decidieron utilizar su propio coche, un Mini Cooper Cabrio. “Nos pareció una forma muy bonita de inmortalizarlo.”

En cuanto a los fotógrafos, no pude recomendarle a nadie mejor; Elena Bau y su equipazo. Ana y Rodrigo son amantes de la fotografía y sabía que Ana luego enmarcaría la mitad de las fotos de la boda (como ya ha hecho). También se hicieron una sesión de fotos Pre-boda genial unos meses antes del gran día. “Una de las mejores decisiones que tomamos en nuestra boda fue elegir a Elena Bau tanto de fotógrafos como de videografos en un día tan especial. Aparte de la ceremonia y toda su emotividad, podemos decir que unos de los momentos más especiales fue cuando apareció nuestro perro Moriarty, para disfrutar de la sesión de fotos con nosotros durante un rato.”

La música fue a cargo de Dándote Ritmo y la entrada a la comida la hicimos sus mejores amigas con los novios al ritmo de Uptown Funk de Bruno Mars y fue un auténtico subidón. Una manera diferente y original de hacer la entrada triunfal. No pudo hacerme más ilusión…  Tras la comida Ana entregó tres replicas de su ramo al mejor amigo de Rodrigo y su novia, Julia, que se casaban el sábado siguiente y ellos no iban a poder acompañarlos porque ya estarían disfrutando de su viaje de novios, y a dos de sus mejores amigas, Cifu y Elena… Porque como dice Ana; ¡¡¡Ya es hora, chicas!!! 

Bailamos hasta que los pies no dieron más de sí y disfrutamos como nunca, el fotomatón dio mucho juego… Gracias chicos por este día tan especial. Gracias Rodras por querer y cuidar tanto a Ana. Te has llevado a una de las mejores, por eso te has convertido en uno más de la familia. ¡Os adoro!

Todas las fotos son de Elena Bau Fotografía